Detrás de la pantalla
Cada día confiamos más nuestra vida a internet. Ya no nos importa decir donde estamos en cada momento, que comemos a cada hora, subir un vídeo borracha con tu mejor amiga o un beso de tornillo con alguien que acabas de conocer. Necesitamos compartir, experimentar, interactuar, relacionarnos con nuestros iguales, somos seres sociales. No tenemos miedo a nada, no creemos que algo pequeñito que llevamos a todas partes, como es el móvil, nos pueda hacer daño.
Twitter se ha convertido en nuestro diario, Instagram en nuestro álbum de fotos y Facebook cada día nos dice más lo que debemos recordar. Compramos por internet el pan, la lechuga y los condones. Jugamos al guiñote online, vemos a nuestros familiares a través de Skype y ligamos por Tinder. Límites desconocidos, como la empresa china que decidió sacar una app con accesorio labial incluido, para besar a tu pareja en la distancia.
Hace más de seis meses que no ves a tus padres en persona y no sabes que están a punto de divorciarse. Ligas con Raúl de 20 años y resulta ser Paco de 45.
Ahora imagina que alguien cree saber cómo eres a través de tus tweets, alguien guarda tus fotos en Instagram y hace collages macabros en su habitación y alguien controla tus pasos a través de Facebook. Compramos por internet un móvil y resulta que era un móvil robado. Te roban los datos bancarios jugando al guiñote, hace más de seis meses que no ves a tus padres en persona solo a través de pantallas, y no sabes que están a punto de divorciarse. Ligas con Raúl de 20 años y resulta ser Paco de 45 que podría hacerte pasar la peor noche de tu vida.
¿Da miedo, verdad? Son dos realidades, dos formas de ver internet. El límite lo ponemos nosotros. Ni el más sabio y experimentado cree conocer la cantidad de datos de todo tipo que compartimos en la red. Y mucho menos un joven como nosotros. Cada semana vemos en las noticias casos y casos de pedofilia en internet así como cyberacoso. Internet ha pasado en muy poco tiempo de ser una herramienta de trabajo de transmisión de datos, a ser un arma contra todo.
Según estudios de la Universidad de San Diego y Florida (EE.UU) el número de niños y adolescentes entre 10 y 14 años que se quitaron la vida pasó de ser 1’9 a 2’6 por cada 100.000, una de las razones comunes entre todos es que cada día pasan más horas delante del ordenador, móvil o Tablet. De quiénes usaban estos dispositivos durante 5 o más horas diarias, el 48% tuvo al menos alguna idea suicida. El mismo estudio reveló que la creciente tasa de problemas mentales está relacionada con el mayor uso de dispositivos electrónicos.
Entre los educadores surge el debate de si las redes son de verdad una buena herramienta para la formación en los niños: ¿debe tener un niño de 11 o 12 años acceso a un Smartphone?, ¿son conscientes los jóvenes de los peligros que hay en Internet?
Pantallas Sanas brinda recursos para entender cómo se consumen las distintas pantallas que usamos en la sociedad
Pantallas Sanas es una iniciativa de la Dirección General de Salud Pública y la Dirección General de Innovación, Equidad y Participación del Gobierno de Aragón. Este programa está dirigido a niños de 3º y 4º de ESO. ¿Saben los adolescentes cómo deben usar sus móviles? Pantallas Sanas brinda recursos para entender cómo se consumen las distintas pantallas que usamos en la sociedad. Forma parte de una iniciativa en el campo de la salud porque también tienen en cuenta la dimensión ambiental en la que viven los adolescentes, es decir, su entorno.
Esta iniciativa ayuda a desarrollar el conocimiento sobre comunicación digital que poseen estos alumnos. Internet debe usarse como una herramienta más, los alumnos deben saber qué recursos son aptos para ellos y cuáles no, además también es muy importante que sepan cómo deben usarlos.
Este proyecto ayuda a que los estudiantes sean capaces de entender los mensajes y estímulos que reciben a diario a través de sus pantallas y las intenciones que cada uno de estos mensajes tiene.
Editado por @marttapeiro y @delobera
