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La Navidad apesta


Ya lo he dicho, y no lo volveré a repetir. Han pasado esos días de reuniones familiares interminables, regalos hechos con poco gusto e interés, luces horteras decorando las casas más tristes y ese ruido tan odioso como tedioso que son los villancicos. Y que, por cierto, y por suerte, cada año se escuchan menos. Reconoceréis como yo que es fácil odiar la Navidad por estos motivos. Son las razones más banales y egoístas, es verdad, pero siempre entretiene quejarse, y más en estas fechas. Aún así, en este post, no me quiero referir a esto.


No me quiero ni siquiera referir a las insufribles cenas o comidas en las que acabas harto hasta las entrañas de canapés, vino y turrón. Harto hasta la saciedad de comentarios y comentarios y comentarios que se dicen en serio, aunque a ti te parezca haberlos leído en La Santa Biblia. De discusiones sobre política en las que ninguna de las partes es crítica con su propia ideología. De si tienes novia, y no novio. De si encuentras trabajo, o sigues tocándote la barriga. Harto de los múltiples “y yo más”. Harto de la abuela, la madre, la hermana, la tía y la prima que se levanta una y otra vez para que nada salga mal mientras él la mira sentado, comiendo, bebiendo y riendo. Harto de él. Y aún así, tampoco me quiero referir a esto.


Me explico:


La Navidad molaría mucho más si fuesen días felices para todos. Si todos los niños tuvieran regalos. Si todos los adolescentes tuvieran amigos. Si todos los universitarios tuvieran futuro. Si todos los adultos tuvieran trabajo. Si todos los abuelos vivieran para siempre.


Si ningún te quiero callado, por cobardía. Si ningún te odio precipitado, por rebeldía.


Si todos los amigos dejaran de ser invisibles y pudieran reunirse, por fin. Si todos los hijos volvieran a casa por estas fechas. Si todos los padres divorciados fueran amigos, por sus hijos. Si ninguna pareja discutiera por tonterías. Si se cerraran los zoos, porque a nadie le gusta ver animales libres encerrados. Si a ningún animal de compañía le faltara compañía porque lo han abandonado. Si todos los hospitales se vaciaran, porque todo tiene cura. Si todos los mendigos tuvieran hogar, porque las noches de invierno en la calle no se las merece nadie. Si todos los políticos se renovaran, por vergüenza. Si todos los corruptos estuvieran en la cárcel, por egoístas. Si Trump estuviera en la miseria, por inhumano. Si el Rey tuviera algo que hacer además del discurso de cada Nochebuena, porque se aburre el resto del año.


Si la Iglesia no tuviera ningún tipo de privilegio, porque si Dios existiera no lo querría. Si Dios existiera, porque así tendría sentido la Navidad. Si ningún cura abusara de ningún niño, porque es solo un niño y él una mierda de persona que jamás irá al cielo. Si existiera el infierno, por ver como ese cura se pudre en él. Si ninguna religión obligara a las mujeres a taparse, porque el marido quiere. Si ningún marido lo permitiera, porque quiere a su mujer. Si nadie muriera por seguir una religión, por un acto de fe. Si ninguna religión permitiera un atentado, por miedo.


Si ningún niño tuviera miedo de volver al colegio por llevar gafas, por pesar más que el resto o por gustarle más jugar con muñecas que el fútbol. Si ningún niño tuviera que vivir en un cuerpo que no le corresponde porque sus padres no le entienden. Si ninguna persona tuviera que vivir en el armario, por Dios. Si ningún chico insultara a otro por sus gustos. Si ninguna chica insultara a otra por su físico. Si ningún adolescente vomitara la cena, porque no se quiere lo suficiente. Si ningún te quiero callado, por cobardía. Si ningún te odio precipitado, por rebeldía.


No me critiquéis, sé que son cosas de las que no solo tenemos que acordarnos en estas fechas

Si las madres reinaran, porque mejor nos iría. Si ningún hombre con privilegios por ser hombre. Si ninguna mujer con miedo, por ser mujer. Si a todos los violadores se les arrancara de cuajo el pene, porque se lo merecen. Si todas las víctimas de violencia machista pudieran volver a ser felices, porque se lo merecen. Si todos los hombres fuéramos feministas, porque las queremos igual que a nosotros. Si ninguna mujer fuera machista, por respeto. Si ni una menos, por favor.


Si todo esto y todo lo que ni siquiera me atrevo a escribir se hiciera realidad, entonces podría decir que me gusta la Navidad. No me critiquéis, sé que son cosas de las que no solo tenemos que acordarnos en estas fechas. Pero cuando llega la Navidad, siempre me siento egoísta. Me siento egoísta por celebrar la Navidad sin ni siquiera creer en Dios. Por comer sin tener hambre habiendo gente que se muere de inanición. Por celebrar la vida con mi familia y amigos habiendo gente sola en la vida…


Un momento.


Pensándolo mejor igual no es la Navidad lo que apesta.


Editado por @delobera y @marttapeiro



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