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“Estaba tan bien en esa sensación de euforia que me parecía una tontería pensar que las drogas eran


Entrevista un joven que estuvo enganchado a las drogas. Se presenta como Martín aunque no es su nombre real.


"Me llamo Martín, tengo 21 años y vivo en Zaragoza desde siempre. Estoy estudiando Historia, después de haberme cambiado de Filosofía. Lo mío es ir a echar unas cervezas con amigos. Me gusta mucho el cine, pero prefiero la lectura. Me encantan los guisos de mi abuela, pero odio las judías blancas. También odio el color amarillo ¿Una cualidad negativa? Soy súper vago. ¿Una positiva? No lo sé. Cuando acabé bachiller mi vida cambió: no estaba contento con mi grupo social y decidí buscar otros ambientes. Y los encontré. Mi vida se convirtió en un mundo de éxtasis, alegría y furor. Me enganché a la cocaína. Pero salí de ella, y ahora quiero contaros mi historia".


- ¿Cómo empezaste a consumir droga?

Coincidió con un cambio de amistades al acabar bachiller, a los 18 o 19 años. Tuve muchos problemas con los grupos sociales que frecuentaba en ese momento. Me distancié y empecé a buscar a gente de otro tipo, y la encontré. Quedábamos los fines de semana en un piso de La Paz, y allí lo que hacíamos, entre otras cosas, era consumir X sustancias.


- ¿Qué consumías?

Consumí muchas cosas, pero lo que me dio problemas fue la cocaína. La cocaína es un súper-estimulante. Y usualmente, cuando tomas un estimulante tan fuerte como es la cocaína, luego tienes que tomar algún tipo de droga narcótica para bajar ese efecto tan fuerte o, una vez se te ha acabado, volver a un estado de relajación. Por eso muchas veces conjuntábamos el consumo de cocaína con derivados de la morfina, que se consiguen con facilidad en la farmacia a pesar de necesitar receta médica. Concretamente, lo que me daban para relajarme era media pastilla de Vicodina, (un narcótico que se toma como calmante a dolores óseos o musculares) y necesita receta. No sé cómo la conseguían, pero nos la daban.


- ¿Hay muchos clichés con las drogas?

Sí. Eso típico que sale en las películas de que te tomas una raya de cocaína y tarda tiempo en hacer efecto es mentira. El efecto es instantáneo, y dura poquísimo. Una raya, al máximo de su eficacia, dura entre 20 minutos y media hora. Y eso hablando de una cocaína muy cara. Porque la que se consume de normal está mezclada con polvos de talco, azúcar, maicena... La cantidad pura de la droga es mínima. Y yo no sabía lo que llevaba, nos la daban ya cortada sin saber lo que contenía. Tampoco puedes hacerte rayas muy grandes, porque cuanto más usas la cocaína, más te deshace la carne. Hay gente que tiene necrosada y destrozada la fosa nasal.


- ¿Cómo conseguíais la droga?

No tengo ni idea. En esa casa siempre había alguien un poco más mayor que era el que hacía la función de proveedor o incluso de guardián, para que a nadie se le fuese de las manos. Era el típico tío del grupo más mayor que es muy majo, se lleva muy bien con todos y al ser tú más joven, le tienes más respeto e incluso admiración. Él salía con nosotros y nos cuidaba, pero también éramos parte de su negocio. Pero yo me fiaba de él, porque era “mi colega”. Yo iba allí, me decían el dinero que tenía que llevar y me suministraban la droga con facilidad.


- ¿Cuánto dinero pudiste llegar a gastarte?

Tan solo en cocaína alrededor de unos 200€, más todo lo que costó el consumo de otras sustancias que tomaba para desengancharme a esta, o los que tomaba como complementaria a esta droga. Una bolsita de 30€ era lo aproximado a la cantidad que te dura 10€ en marihuana, es decir, un fin de semana muy movido.


- ¿Hasta cuánto llegaste a consumir?

Fue algo progresivo, pero llegué a consumir hasta tres o cuatro veces por semana. Además, el ambiente en el que estaba en ese piso facilitaba bastante el consumo de estas.


- ¿Qué sensación sentiste la primera vez que lo hiciste?

La primera vez fue genial. Una sensación de éxtasis, de fuerza, vitalidad, ganas de moverte. Y sobre todo un desengaño positivo. Empecé a pensar que eso que decían de que las drogas eran malas era un cuento. Porque estaba tan bien en esa sensación de euforia que me parecía una tontería pensar que las drogas eran malas.


- ¿Qué diferencias notabas cuando estabas en un estado normal y cuando habías consumido?

No había tanta diferencia en el momento que estaba colocado porque la cocaína dura muy poco. Las diferencias estaban cuando no la tomaba. No era algo que necesitase, simplemente tenía más ganas de salir de lo habitual.


- ¿Cuándo te diste cuenta de que tenías una adicción?

Bastante tarde. Empecé a consumir en enero de 2015, y hasta a principios de febrero no empecé a darme cuenta de que tenía un problema, y fue porque la gente de fuera empezó a sospechar. Me preguntaban qué hacía con esa gente, por qué necesitaba y gastaba tanto dinero, por qué reaccionaba así por nada... Fue por la gente de alrededor, no porque yo me diese cuenta.


- ¿Se dio cuenta tu familia?

Cuando digo que sospechaban, no sospechaban realmente. Mis padres lo sabían, y me hacían todas esas preguntas como advertencia a que me diese cuenta de lo que estaba haciendo. Obviamente, se sabe, pero no por el aspecto físico, sino por la rutina que llevas. Dos meses más tarde de empezar se enteró mi madre de lo que consumía y se llevó un gran disgusto.


- ¿Notaste algún cambio de actitud en ti?

Sí. Yo creo que el sentir tanta alegría y euforia te hace volverte un poco violento y más agresivo. Pierdes todas la inhibiciones sociales y no te da vergüenza hablar con nadie de nada, incluso eres más propenso a tener relaciones sexuales con personas que de otra forma no te atreverías.

“Pensé: “hoy lo dejo”. Me fui a casa y estuve solo en mi cuarto escuchando música. (...) A las dos horas llamé a estos chicos, fui a su casa y lo volví a hacer”



- ¿Cómo diste el paso de querer dejarlo?

Fue un viernes. Recuerdo que pensé “hoy lo dejo”. Me fui a casa y estuve solo en mi cuarto escuchando música. Me empecé a poner nervioso, pasaban las horas y no llegaba la noche. A las dos horas llamé a estos chicos, fui a su casa y lo volví a hacer. No fue hasta la semana siguiente cuando me di cuenta de que no era algo que pudiese dejar tan fácilmente. Yo solo no tenía la constancia de poder dejarlo, así que lo que hice el siguiente fin de semana fue estar a todas horas rodeado de gente. Hacía muchas cosas para mantenerme ocupado y no estar solo. Y durante un par de semanas o tres lo fui dejando así. Después de eso consumí una vez más los restos que me quedaban de un pollo que había guardado y esa fue la última vez. Y no fue con gente. Fue solo, porque lo necesitaba hacer por última vez.


- ¿Recurriste a alguna ayuda profesional?

Estuve en el hospital público, en un área especial parecida a la UCI para gente que es propensa a que cuando tome un medicamento, reacciones de una forma mucho peor. Gente mayor que toma muchos medicamentos, o personas que consumen drogas. Estuve ingresado allí varios días. Teníamos una sala grande donde comíamos, podíamos entretenernos con juegos, y una habitación donde dormir.


- ¿Fue por decisión propia o por qué alguien te lo recomendó?

Un poco por ambas cosas. En un principio no quise ir porque me parecía demasiado. Creía que no tenía tanto problema como para que me ingresasen. Y con lo de estar con mis amigos me veía mucho mejor, pero quizás no era suficiente para dejarlo definitivamente.


- ¿Cómo te apoyó la gente de tu alrededor?

Sobre todo, ofreciéndose a pasar tiempo conmigo. Sabían que mi problema no era que yo no quisiese dejarlo, sino que, al no tener las horas ocupadas podía tener más posibilidades de hacerlo. Me rodeé de mucha gente, muchas charlas, incluso me presentaron a gente que había pasado por lo mismo. En general, recibí más ayuda de mis amigos que de mi familia. Supongo que también es porque para esos temas es más fácil involucrar a tus amigos que a ellos.


"Mi problema no era consumir, mi problema era las cosas que vienen detrás"

- ¿Te ha quedado alguna secuela física o mental?

Sí, un poco. He desarrollado una especie de intolerancia a determinados medicamentos. Sobre todo a los narcóticos. Si me tienen que hacer una intervención médica, tengo que contar mi situación para, por ejemplo, si me tienen que operar, aumentar la dosis de anestesia para que me haga efecto.


- ¿Te arrepientes?

No. Me arrepiento que las cosas que hice o dije a causa de la necesidad que tenía. Porque mi problema no era consumir, mi problema era las cosas que vienen detrás: dinero, trato con la gente, necesidad continua de consumir...


- ¿Qué le dirías a alguien que está pasando por la situación en la que estuviste?

Sobre todo, que si tienes la intención de dejarlo realmente, primero tienes que estar seguro de ti mismo de que lo quieres dejar y lo vas a hacer. Y segundo, ten claro que seguramente no vas a poder hacerlo tú solo y aunque puedas hacerlo, va a ser más fácil con gente. Así que, una vez lo tengas claro, pide ayuda. Aunque tengo que decir que no es ni la mitad de grave de lo que tienen otras personas que estaban a mi alrededor, creo que esa es la manera, y en mi caso fue muy bien.


Editado por @marttapeiro y @delobera

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